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Una recuperación económica arriesgada e incompleta

Una recuperación económica arriesgada e incompleta

Ante una crisis imprevista como la pandemia que acecha hoy a nuestras economías, muchos son los países que han comenzado a aplicar políticas para, en cierta forma, contener las caídas ocasionadas por dicha crisis. Debido una paralización forzosa de la actividad económica por la incapacidad de contener los contagios, la incapacidad de abrir los negocios y seguir operando ha obligado a los países a activar mecanismos para contener la caída prevista en sus economías; unos mecanismos muy costosos, para los que se ha requerido una movilización de recursos histórica.

 


Atendiendo a la Unión Europea, por ejemplo, la movilización de recursos acometida por el bloque comunitario no se iguala a movilizaciones pasadas. En las que, incluso, se tuvo que intervenir, con rescates y la supervisión de la Troika, países como Grecia. Y es que, cuando uno atiende a los precedentes con los que cuenta la pandemia, de la misma forma se da cuenta de que, como muestran los principales indicadores macroeconómicos, estamos ante una crisis que no cuenta con precedentes en nuestra historia reciente; ya que ni la propia naturaleza de esta crisis, es similar a la de crisis pasadas.

 

 

En este sentido, hablamos de una movilización de recursos aprobada por el viejo continente que alcanzará los 750.000 millones de euros. Todo ello, teniendo en cuenta que hablamos del fondo para la recuperación, así como todos los fondos y partidas presupuestarias con las que ya contaba el marco financiero plurianual y que no estarían incluidas en dicho montante. Pues, en este escenario, la necesidad de estimular la economía ha suscitado que los países vayan preparándose para afrontar una de las mayores crisis de la historia; ya que no solo hablamos de Europa, sino también de otros países que, como Estados Unidos, ya preparan munición monetaria para combatir la caída.

 

 
Así, el caso de Estados Unidos es similar al europeo. La movilización de recursos esperada incluye un plan de estímulos dotado de hasta 2,2 billones de dólares para amortiguar las consecuencias de la crisis del coronavirus, el mayor plan de rescate económico de la historia del país, más del doble del aprobado en la recesión del 2008. Y es que, incluso Reino Unido, enfrentándose en solitario a la pandemia y ya lejos del proyecto europeo, ha decidido ejecutar planes de estímulo por valor de 33.000 millones de libras. Todo ello, como decíamos, con el fin de revertir una situación económica que no se presenta nada favorable.

 

En este escenario, atendiendo a la última actualización del informe WEO, publicada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), las perspectivas que se presentan son algo más optimistas, aunque siguen augurando una contracción bastante severa. El informe augura una caída del producto interior bruto (PIB) mundial del 4,4%, cinco décimas menos que en junio. Sin embargo, debemos tener en cuenta que hablamos de unas previsiones que no dejan de sufrir modificaciones, a la vez que, atendiendo a las declaraciones del propio organismo, existen muchos riesgos en el horizonte que nos impiden caer en la autocomplacencia y el conformismo. 

 

¿Al alcance de todos?


Ante lo que ha supuesto el virus, los países han decidido no quedarse atrás y, como diría Keynes, aplicar políticas anticíclicas para combatir la pandemia es una tarea de obligado cumplimiento para todos los países, sin distinciones. Sin embargo, estas medidas, y respondiendo al titular, no están al alcance de todos. En este sentido, países de Latinoamérica, u otra serie de economías emergentes en el mundo, se han mostrado incapaces de acometer una movilización, como poco, similar a la acometida por otros países como los citados anteriormente. Su falta de recursos, así como la incapacidad de seguir asumiendo deuda, les impide impulsar los planes de estímulos aplicados en otras economías menos vulnerables y con mayor capacidad.

 

 
Y es que, tomando como ejemplo a España y Ecuador, debemos tener en cuenta algunos aspectos. En este supuesto, aunque hablemos de que Ecuador es un país que presenta un menor endeudamiento que la economía española respecto a su nivel de PIB, la vulnerabilidad que presenta Ecuador, con una deuda del 60% respecto a su PIB, es claramente superior a la que presentaría España; aunque su deuda se situase, como hoy, por encima del 100% del PIB. 

 

En otras palabras, los niveles de deuda no es lo más preocupante, sino la calidad de una economía y la capacidad de afrontar el pago de esta. Como podemos observar, la economía española presenta unos niveles de deuda que ya supera el 100 de su PIB. Sin embargo, pese a soportar estos niveles de deuda, España posee un rating crediticio de A-, lo que le lleva a tener que emitir deuda a unos costes de financiación inferiores. Por otro lado, tomando como ejemplo el caso de Ecuador, su calificación crediticia es de B- (deuda de peor calidad), por lo que este debe afrontar un mayor coste.

 

 

La prima de riesgo en España, es decir, el indicador que evalúa el riesgo de la deuda de un emisor, frente a un país de referencia, se sitúa en los 70 puntos básicos frente a la deuda alemana. Esto ha llevado a España a que, en relación a su bono a 10 años, esté ofreciendo rentabilidades del 0,40% en sus obligaciones de deuda a largo plazo. Sin embargo, en el caso de Ecuador, el bono obliga al país a pagar cerca del 10% de interés por su deuda, un 13% relativo; lo que, pese a los menores niveles de deuda que soporta el país, su debilidad institucional y económica le lleva a tener que afrontar sobrecostes al endeudarse.

 

 

Sin embargo, Ecuador es solo un ejemplo. Ya que, esta situación ocurre, aunque con variaciones, en otros países más desarrollados como México. Pues, atendiendo a sus indicadores, los niveles de deuda en los países latinoamericanos son relativamente bajos; no obstante, esa calidad de la deuda de la que hablábamos es inferior.

 

Así pues, el menor coste de la deuda, a causa de una mayor calidad de la misma, aporta una mayor robustez a determinados países, los cuales, pese a poseer un gran nivel de deuda, presentan un bajo riesgo, así como unos intereses bastante bajos, respecto a los países emergentes de Latinoamérica. Este es el caso de Estados Unidos, siendo el país un claro ejemplo de ello; pues presentan un bono a 10 años al 1,90%, aproximadamente, mientras que los niveles de deuda superaban el 100% de su PIB.

 

 
En resumen, podemos extraer una conclusión muy clara en casi todos los países analizados. Y es que, mientras que Ecuador, con unos niveles de deuda cercanos al 50%, tuvo que pactar un rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sanear sus cuentas públicas, otros países con un PIB notablemente superior, así como unos niveles de deuda que rozaban, o superaban, el 100% del PIB, presentan unas cuentas más saneadas, así como una calificación superior en términos de rating; por lo que su capacidad para seguir endeudándose les permite aplicar planes tan dimensionados como los citados.

 

Mayor capacidad, pero con límites


Aunque estemos haciendo referencia a que existen determinados países que, por las características de su deuda, pueden acometer inyecciones de mayor cuantía que las acometidas por otros, la pandemia ha dejado al descubierto las vulnerabilidades de cada una de las economías que integran nuestro planeta. Unas vulnerabilidades que se han ido acentuando, en tanto en cuanto crecía el volumen de endeudamiento público, que ya roza su máximo histórico. Pues, atendiendo a los datos que publica el Banco Mundial, hablamos de un nivel de deuda que ya ha comenzado a suscitar la preocupación de los principales organismos en el planeta.

 

Como decíamos, los países han impulsado planes de estímulo para combatir la pandemia. En esta línea, los planes acometidos incluyen, en todo el planeta, una movilización de recursos equivalente a 12 billones de euros. Sin embargo, aunque resulte obvio, la inyección realizada se suma a un escenario en el que los ingresos de los Estados caen en picado, a la vez que las economías se estancan en un contexto de contracciones económicas generalizadas en todos los continentes.

 

Así, la situación ha ocasionado que, por primera vez en la historia, la deuda soberana global haya igualado el tamaño de la economía mundial. Pues, como decíamos, debido al fuerte incremento del gasto público internacional para combatir el virus, sumado a la fuerte caída de ingresos tributarios como consecuencia de la parálisis de la actividad impuesta para contener la propagación del virus, la deuda pública mundial ha registrado un máximo histórico que ya roza el 100% del PIB mundial.

 

Pues, en conclusión, estamos ante una respuesta necesaria y que ha amortiguado la caída prevista. Sin embargo, como decíamos, hablamos de una deuda que no es una opción para todos los países, lo que dificulta la recuperación inclusiva y generalizada para todas las economías. Así, en adición, es preciso destacar que el volumen de deuda en el planeta ya comienza a representar un riesgo de dimensiones desconocidas, lo que obligará a los países a ajustarse el cinturón en el futuro, ante la necesidad de recuperar una estabilidad presupuestaria, hoy extinta.



Fuente:
economipedia.com

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